VIOLETA

Papá, cuando vengo a este trozo de tierra que llamamos Los Pinos, donde anduviste mucho, cuando vengo, te digo, papá , yo te siento en el aire, en los niños, en las ramas al viento; en las nubes que pasan, en el olor a fuego, en los perros que ladran, en la granja, en el huerto, en todas las veredas, y en tu bastón sin dueño... En el día , en la noche, en la paz y el silencio, en todos los misterios, y en cada pensamiento... Ven, pasea conmigo, dame tu voz y tu mano, que yo te daré un beso... Te espero, con otra forma, papá , con otro cuerpo; no me importa, papá, sólo importa que te quiero... ¡Cuánto te echo de menos! Y hablarás con los paseantes, acariciarás sus perros, saludarás al pastor, contemplarás el cielo; me contarás cosas, te abrazaré de nuevo. Papá, te espero... Yo no te voy a olvidar jamás, aunque viviera mil años y mil vidas, jamás olvidaría tu cara al viento, diciendo: -¡respirad, es aire fresco...!- No te olvidaré jamás, papá, te quiero...