Siempre he observado con bastante desagrado (el lugar donde paso el verano está en pleno botellón ) los botellones que todos conocemos, esa manera de divertirse que tienen los jóvenes, o algunos jóvenes , o muchos de los jóvenes de hoy en día.
Lo vengo observando, digo, y veo como niñas y niños cuyos cuerpos no están aún ni acabados de formar, a media tarde comienzan a empurrarse botellas con mezclas explosivas, que mejor no pensar lo que llevan, y que yo, que soy adulta, me medio moriría si las probase.
Luego pasan las horas, se agrupan, beben, hablan, beben, se ríen, beben, se enrollan,beben, se pelean, beben, y el tono va subiendo, poco a poco se van alterando. Los he visto vomitar, hacer el gili, embravarse, además , por supuesto de las necesidades fisiólogicas ( y sexuales) que desfogan en cualquier lugar público, incluido mi propio portal.
Cuando aquello acaba es digno de verse ( o mejor de no verse) como queda el suelo.
¿Para qué enumerar la cantidad de porquería que generan ?Las pocilgas están mucho más limpias. Rápidamente vienen los del servicio de limpieza con sus escobones, mangueras , etc. y se ponen a limpiar rápidamente, como para que no quede rastro de tales eventos, en un obediente complot que me resulta una manera de taparlos, de consentirlos, de aprobarlos.
Y yo me pregunto:
¿Es que la sociedad está sumisa ante los caprichos de los jóvenes, como si la juventud fuera un mérito mayor que la madurez o sensatez adulta?
¿Por qué la administración se preocupa tanto de que no fumemos y de que nos pongamos el cinturón de seguridad , y en cambio permite que niños y niñas se emborrachen como bestias, cuando todos sabemos que los daños del alcohol son mayores que los del tabaco...?
¿Por qué sacan en televisión el macro-botellón de Granada, y entrevistan a jóvenes haciendo el papanata, como si fuera un espectáculo, como riéndoles las gracias....?
¿No es acaso esta una manera de sonreirles, de serles cómplices en una actividad que les hace daño a los demás, y sobre todo a ellos, y que no les aporta nada, sólo mala educación, poca salud, y atontamiento mental?
¿ Por qué no se aplica aquí la consabida frase de que la libertad termina donde empieza la de los demás, y en este caso hay que aguantar los malos olores, los vómitos en las aceras, los ruidos (hay muchos vecinos que no duermen), y hasta el corte de tráfico en algunos lugares las noches de botellón para no molestarles...?
¿Por qué tantas contemplaciones? ¿Qué se esconde detrás de esta benevolencia ante algo tan desagradable?
Si quieren beber, si se empeñan en beber, que beban, pero que se vayan a los bares, como toda la vida, y si la copa les sale más cara, pues mucho mejor: así beben menos.