GAFAS DE CERCA: November 2006

GAFAS DE CERCA

Thursday, November 30, 2006

VITALIDAD

Hoy tengo la fuerza de los mares -quiero saltar-. La magia de la poesía. Savia, vitalidad. Hoy tengo la fuerza de la vida. La energía de sentir. Complicidad, brillo, luz, y reír, y reír... Hoy tengo la fuerza del verbo. Palabras, amistad. La conciencia de vida. Del amor lo esencial....

Sunday, November 26, 2006

SIERRA

Donde se encuentra la calma. Lejos del Google, de los humos. Donde las hojas no entienden de relojes. Ni los árboles de prisas (mucho menos). Donde el nacer y el morir se dan la mano en un pueblo fantasma. Donde no se abren las bandejas de entrada. Allá sobre las piedras. Donde los troncos tienen rostros, y andar es casi volar despacio. Allá, entre bellotas y castañas, lejos de todo. Allí, donde comer es un placer sublime y para dormir me mece un hada. A ese lugar quiero volver de vez en cuando, para no hacer nada, nada, nada...

Sunday, November 19, 2006

PREGUNTA X

¿Eran los tres cerditos de Jabugo o es el cuento de mala calidad...?

Friday, November 17, 2006

PREGUNTA IX

¿Se puede añorar lo que nunca se tuvo...?

Sunday, November 12, 2006

LIBERTAD

Te podrás apoderar del aire que respira, de su tiempo, de sus noches y sus días; darle gato por liebre, diseñarle los planes, trazarle lo conveniente. Pero no te podrás apoderar de su pensamiento. Podrás secuestrarle las amigas y amigos, el pan que se come, darle de la sopa boba; configurar su mundo, sentarle a la mesa a la hora fijada, que te diga que sí a todo. Pero no podrás cambiar sus sueños. Le podrás ordenar el plan de vida, arrebatarle la libertad de movimiento, crearle sentimientos de culpa dejarle sin espacio, hacerle ver lo negro blanco, husmear en su rastro como un detective. Encorsetarle, e, incluso, incluso, hacerle creer que todo va bien... Pero no podrás, nunca nunca, controlar lo que siente.

Friday, November 10, 2006

PREGUNTA VIII

¿Quién me presta un antídoto contra los sueños imposibles...?

Wednesday, November 08, 2006

COMO EL AGUA

El tiempo todo lo evapora. El tiempo todo lo diluye, como el agua. A veces, como el agua, congela cosas.... (También limpia, arrastra, destruye, crea....) Como el agua, el tiempo es vida.

Sunday, November 05, 2006

EL MUÑECO

El muñeco tenía tres pelos mal pintados en la frente y los ojos saltones. Pero a ella le gustaba más que ninguno. Era su muñeco preferido, y, mientras la muñeca grandota, la andadora y Juanita Banana se morían de aburrimiento en la estantería, el muñeco salía con ella a pasear a todas partes. Por la mañana a la playa, con la toallita pequeña del muñeco, hecha por su madre con lo que sobró de la tela del albornoz de ella, de rayas de colores. La niña tumbaba cuidadosamente al muñeco sobre la toalla, para que tomara el sol junto a ella, su barriguita regordeta de plástico bajo el sol de agosto. Y por la tarde, lo llevaba de paseo, unas veces al Cerrito, a dar volteretas por esas arenas blancas; otras veces al Muelle de las Canoas, para ver de paso las carteleras del Cinemar San Fernando; y otras tardes iban a ver la bajamar a la Punta de La Canaleta, con la consiguiente paradita para merendar en la Sombrita de Balbuena, y poner nombre a cada casa de la ría: la de los Enanitos, la Casa Encantada, la Casa de la Bruja, la Casa de las Velas al Viento...... El muñeco estaba tan limpio que casi se le estaban borrando las pestañas y las cejas de tanto lavarlo, porque ella, cuando mamá bañaba al niño, se ponía al lado con su barreñito y enjabonaba al muñeco con su gel Moussel, y luego le echaba la colonia Nenuco, lo mismo que mamá hacía con el niño, y así notaba menos que había sido destronada, y que hasta hacía poco tiempo, era a ella, y sólo a ella a quien mamá lavaba y peinaba. Pero eso era antes de que llegara ese niño guapo y lustroso que todos miraban y admiraban, y había hecho que ella se convirtiera en casi invisible para los demás, de repente, de un día para otro, en una pequeña niña invisible de cinco años. Una mañana, igual que todas las mañanas, fue con su muñeco a la playa de colores intensos y olas gigantes, por esos entrecruces de callejuelas que les llevaban desde la ría hasta el mar, sobre caminitos de madera. Y, como todas las mañanas se bañó con su muñeco en brazos, pero había más oleaje y más resaca que otras mañanas, y ella era pequeña, y el agua quiso darle un revolcón, y al salir del agua y ponerse en pié no vio al muñeco. Miró a uno y otro lado y el muñeco no estaba. Esperó. Estaba segura de que saldría antes o después, no podía ser de otra manera, el mar siempre devolvía lo que se llevaba, o al menos eso creía ella haber escuchado alguna vez. Pero seguía sin verlo. Corrió al toldo a pedir socorro. Papá y mamá lo buscaron y buscaron, y más tarde se unieron a la búsqueda sus primas, y los amigos de sus primas... Pero nadie logró encontrarlo. Al muñeco se lo había llevado las olas, y no volvió, ni volvería nunca. De vuelta a casa, con su albornoz de rayas, la niña caminaba en silencio detrás de su mamá, que llevaba en brazos al niño – hermano; pero ella sólo llevaba la toallita de rayas de su muñeco. Y toda la soledad del mundo se le vino encima a esa niña de cinco años, que bajo los cielos de Punta Umbría, caminaba hacia la casa, hacia el barreñito lleno de agua, que dejó al sol para que se fuera calentando.