GAFAS DE CERCA: November 2007

GAFAS DE CERCA

Sunday, November 25, 2007

QUINO












El pasado miércoles, tal como comenté en este blog, visitó la Universidad de Huelva el genial dibujante Quino, que pasará a la historia por haber dado vida a un personaje inmortal: Mafalda.


Para personas que, como yo, hemos crecido con Mafaldita y sus amigos, nos sabemos sus viñetas de memoria, y las hemos hecho parte de nosotros, ver a Quino fue un gustazo.

Está algo viejecito el hombre, y es lúcido, sencillo, simpático, ocurrente y entrañable.


Me fotografié con él. Y me firmó un autógrafo en mi gastado y amarillento librito de Mafalda 1, el primero que tuve , y que releía una y otra vez en el tren Sevilla - Huelva, cuando yo era estudiante.


Mis amigos Carlos y Carlos, que fueron conmigo, encontraron la bufanda de Quino(en la foto puede verse a Quino con su bufanda) , que la perdió a la salida, lo cual supuso una simpática anécdota, y pasamos un buen rato.


Pero lo que más me gustó fue ver en él a sus personajes, que, claro está, es algo lógico, puesto que, al fin y al cabo , sus personajes, son él.


Así, encontré en Quino la ternura de Miguelito, el espíritu crítico de Mafalda, la timidez de Felipe, la libertad serena de Libertad, la procedencia española de Manolito, y la dulzura de Guille. De Susanita, la verdad, no encontré nada...


Gracias, Quino, por tu creatividad, gracias, hasta siempre!!!





Sunday, November 18, 2007

PREGUNTANDO...






Si fuera Mafalda

un ser humano,

¿encerraría a Quino

en una viñeta,

por venganza...?

Saturday, November 03, 2007

LOS OBJETOS
















La casa de mi tia Julita se está cayendo a pedazos. Pronto la van a derrumbar. Ella murió hace más de un año. Sus cosas están esparcidas por la casa, las hemos ido sacando entre unos y otros de cajones, armarios....
Esta mañana hemos ido, para coger algunos recuerdos, y hacerle fotos antes de que la excavadora la derribe del todo. Anduvimos entre papeles,antiguas fotografías, libros, ropa, figuritas y recuerdos, miles de partituras de piano (mi tia era pianista), medicamentos, manteles....montones y montones de cosas exparcidas, sin sentido ya. Son los restos del naufragio, los restos materiales que deja una vida, en este caso longeva, murió con más de noventa años.
Pensaba yo en esas cosas... Mientras valoraba si una lámpara era bonita para llevárnosla,pensaba en el tiempo, la vida y la muerte, el fino hilo que nos separa de todo cuánto ahora nos es tan conocido, lo inútil de los objetos cuando ya nos vamos, hasta de los más significativos...
Y, mientras pensaba todo esto, buscaba con la mirada mi libro de piano. Era un libro de tapas verde ocuro, con el que mi tía, con santa paciencia de tía, me enseñó a tocar lo poquito que hoy sé. Y lo sé, desde luego, gracias a su paciencia, que no a mi interés, porque para mí entonces, era una tortura aprender piano, y una mala suerte haber nacido sobrina de pianista. Hoy me gustaría saber más (tenías razón, tita, sí me he arrepentido).
Ya casi nos íbamos, y el libro no estaba. Encontraba villancicos, música para misas, conciertos, pero mi libro...
Decidí dejarme llevar....deambular sin sentido, sin ejercer presión, para que mi tía, o su energía, o mi propio instinto, o el cosmo, me llevaran hasta él. No tuve que vagar más de dos o tres minutos, y ya lo vi. En el suelo, rebujado con otros papeles, lleno de polvo y olvido. Lo cogí, lo ojeé, y sí, reconocía las partituras, era él.
Volví a casa. Toqueteé en el piano. Mi hijo aplaudió que por fin tocara algo distinto a lo que siempre toco, aunque fuera esa musiquilla repetitiva propia de aprendices.
Mi libro está conmigo. Lo he salvado de la nada. Ya no se le caerá la casa encima. Y pienso, qué pocos objetos son importantes, de los que nos acompañan en la vida. Tenemos , a lo largo de la vida, cientos de objetos, qué digo cientos, miles, miles de objetos, que llegan y pasan . Y los olvidamos. Los que un día fueron importantes, al poco tiempo dejan de serlo, pierden sentido, son como el tiempo, llegan y se van, como nuestra vida.
Sin embargo hay algunos, que sí importan, porque son parte de nosotros, porque nos rozaron, de una u otra manera, el alma.
El tiempo, sólo el tiempo, se encarga de poner a esos objetos en su lugar, en un lugar privilegiado. Son supervivientes del olvido.
Como mi libro.