GAFAS DE CERCA: EL MUÑECO

Saturday, September 06, 2008

EL MUÑECO

El muñeco tenía tres pelos mal pintados en la frente y los ojos saltones. Pero a ella le gustaba más que ninguno.Era su muñeco preferido, y, mientras la muñeca grandota, la andadora y Juanita Banana se morían de aburrimiento en la estantería, el muñeco salía con ella a pasear a todas partes.
Por la mañana a la playa, con la toallita pequeña del muñeco, hecha por su madre con lo que sobró de la tela del albornoz de ella, de rayas de colores. La niña tumbaba cuidadosamente al muñeco sobre la toalla, para que tomara el sol junto a ella, su barriguita regordeta de plástico bajo el sol de agosto.Y por la tarde, lo llevaba de paseo, unas veces al Cerrito, a dar volteretas por esas arenas blancas; otras veces al Muelle de las Canoas, para ver de paso las carteleras del Cinemar San Fernando; y otras tardes iban a ver la bajamar a la Punta de La Canaleta, con la consiguiente paradita para merendar en la Sombrita de Balbuena, y poner nombre a cada casa de la ría: la de los Enanitos, la Casa Encantada, la Casa de la Bruja, la Casa de las Velas al Viento......
El muñeco estaba tan limpio que casi se le estaban borrando las pestañas y las cejas de tanto lavarlo, porque ella, cuando mamá bañaba al niño, se ponía al lado con su barreñito y enjabonaba al muñeco con su gel Moussel, y luego le echaba la colonia Nenuco, lo mismo que mamá hacía con el niño, y así notaba menos que había sido destronada, y que hasta hacía poco tiempo, era a ella, y sólo a ella a quien mamá lavaba y peinaba. Pero eso era antes de que llegara ese niño guapo y lustroso que todos miraban y admiraban, y había hecho que ella se convirtiera en casi invisible para los demás, de repente, de un día para otro, en una pequeña niña invisible de cinco años.
Una mañana, igual que todas las mañanas, fue con su muñeco a la playa de colores intensos y olas gigantes, por esos entrecruces de callejuelas que les llevaban desde la ría hasta el mar, sobre caminitos de madera. Y, como todas las mañanas se bañó con su muñeco en brazos, pero había más oleaje y más resaca que otras mañanas, y ella era pequeña, y el agua quiso darle un revolcón, y al salir del agua y ponerse en pié no vio al muñeco. Miró a uno y otro lado y el muñeco no estaba. Esperó. Estaba segura de que saldría antes o después, no podía ser de otra manera, el mar siempre devolvía lo que se llevaba, o al menos eso creía ella haber escuchado alguna vez. Pero seguía sin verlo.Corrió al toldo a pedir socorro. Papá y mamá lo buscaron y buscaron, y más tarde se unieron a la búsqueda sus primas, y los amigos de sus primas... Pero nadie logró encontrarlo. Al muñeco se lo había llevado las olas, y no volvió, ni volvería nunca.
De vuelta a casa, con su albornoz de rayas, la niña caminaba en silencio detrás de su mamá, que llevaba en brazos al niño–hermano; pero ella sólo llevaba la toallita de rayas de su muñeco.Y toda la soledad del mundo se le vino encima a esa niña de cinco años, que bajo los cielos de Punta Umbría, caminaba hacia la casa, hacia el barreñito lleno de agua, que dejó al sol para que se fuera calentando.

3 Comments:

  • (Juan)
    Puede que ese muñeco fuera real, Dolo; pero creo que tiene mucha más fuerza como metáfora. Cuando llega septiembre y se acaba el verano todos sentimos que volvemos con algo menos, a veces no sabemos bien qué, que se nos fue con la última ola en la playa.
    Un besito

    By Anonymous Anonymous, at 8:10 AM  

  • De acuerdo con Juan.
    Por cierto, ¿Juanita Banana se aburría? ¿Con ese nombre? Ejem. Creo que no debería hacer estos chistes, que hay juguetes preescolares delante.

    By Anonymous Anonymous, at 9:24 AM  

  • Algún día volverá el muñeco

    By Anonymous Anonymous, at 2:26 AM  

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