Hoy uno de mayo, fiesta del trabajo, me duele una muela.
Os preguntaréis que por qué os cuento ésto. Pero es que no sabría hablaros de otra cosa. Todo ha pasado a segundo lugar, o tercero, o cuarto.
Me da igual que sea la fiesta del trabajo. Es más, me da igual que sea fiesta. Hubiera preferido que fuese un viernes normal, ir a trabajar, hacer lo de siempre....¡poder comer y beber!
Es terrible que el contacto del agua o de la comida me cause tanto dolor. Ya, ya lo sé, es un simple dolor de muelas, ¡habrá tanta gente con este dolor ahora mismo en el mundo!
Escribo en google "dolor de muelas" y aparecen miles de entradas. Otros días están ahí, pero yo busco otras cosas, otras cosas que hoy no me importan nada. Cosas como ¿qué? Ni siquiera las recuerdo. Más allá del dolor nada me importa.
Y me pregunto: ¿los demás días, los días en que esta maldita muela está "callada" , y me permite comer y beber, y hablar, y pensar en otras cosas, esos días, digo, ¿por qué no estoy absolutamente feliz? ¿Por qué me preocupo de tonterías? Tonterías que por otra parte, hoy no logro recordar.
Pensaba hablaros hoy de la visita de ayer a Huelva de Ian Gibson, de su estupenda conferencia en la Universidad de Huelva, de que es un hombre muy ameno, con una gran cultura, muy simpático, muy cordial. Que sabe un montón. Pensaba contaros que lo presentó mi compañera y amiga Manuela, que lo pasamos muy bien, que le regalé mi libro a Ian... Haber hecho un post bonito.
Pero este maldito dolor de muela que se me presentó de imprevisto cuando desayunaba ha hecho que todo dé un giro insospechado. Y además está el miedo a que llegue el lunes y tenga que visitar la casa del terror... Amigos, si hoy no os duelen las muelas (ni ninguna otra cosas), sed muy felices. Es un mandato.
¿Es que nadie va a echarle
un mal de ojos
a los dolores de muelas?
Algarabía de preguntas.