REENCUENTRO

Reencuentro. Bonita palabra. Volver a encontrar lo perdido. Lo que se fue. Lo que en un momento del camino tomó una dirección diferente. Estuve en el colegio de Las Esclavas diez años, de los cuatro a los catorce años. No todos los recuerdos que tengo de mi infancia allí son buenos, es cierto. Tal vez porque era una niña muy sensible, y tanta rigidez me hacía daño. Tal vez porque en parvulitos tuve una experiencia horrible que me dejó marcada. Pero ayer se me borraron los malos recuerdos , y nacieron sentimientos nuevos y buenos. Hice las paces con mi pasado. Me reconcilié. Era el cincuentenario de la apertura del colegio. Esas cosas que están tan de moda ahora, pensaréis. Yo también pudiera pensarlo, o lo pensé en un principio. Pero me ha encantado la experiencia. Sobre todo, más que todo , ver a las "niñas". A las "niñas-mujeres-maduritas", claro. Pero niñas al fin y al cabo. Yo en ellas no puedo ver más que a las niñas que fueron. Que son aún en alguna parte de su interior. Con las que compartí tantas horas y días.

Quiero agradecerselo a las compañeras que han estado trabajando en este encuentro, y lo han hecho realidad. Qué emocionante ver las huchas del domund, desgastadas por el tiempo pero perfectamente reconocibles, la mochila de las excusiones de montañeras, las jarras de agua del comedor, la imagen ante la que tanto cantamos y rezamos, las bandas de buena aplicación, Pepito el esqueleto, las partituras ya amarillentas, los velos, las primeras notas, los mantelitos bordados, los libros antiguos... Y sobre todo, las fotos, las fotos, las fotos. Buscábamos con ansia por la "Exposición de cosas para el recuerdo" las fotos en blanco y negro ( las de color eran de promociones más jóvenes), esos "recipientes del tiempo pasado" donde encontrar momentos, vivencias, sonrisas congeladas en el tiempo. Donde poner imagen a los recuerdos que existen en nuestra mente, y a veces recordar cosas que teníamos olvidadas. ¿Por qué será tan mágico todo lo vivido en la infancia? Éramos novecientas. "Niñas" de nuestro año de nacimiento, "niñas" mayores que nosotras, y "niñas" más pequeñas, convertidas en mujeres, pero por un día niñas otra vez, felices de vernos, de reconocernos, de recordar, de compartir, de hacer el tonto, de escaparnos de lo que somos ahora por espacio de unas horas.

Volver. Reencontrar. Revivir. Mucha emoción. Las niñas, sus sonrisas, sus abrazos; Maria Antonia, la portera; Rosario, la limpiadora de toda la vida; Mari Carmen, la administrativa; Don Antonio Salas, el cura; las monjas, las "señoritas" . Todos con las señales de paso del tiempo sobre ellos. Pero vivos, y con una sonrisa. Y mis tres amigas del alma junto a mí. Un día para no olvidar nunca, nunca, nunca.

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Foto: Hucha del Domund de cuando éramos pequeñas