DIA DEL NO TRABAJO
"Todo pasa y todo queda..." A. Machado
Tal vez hoy día del trabajo no
hay nada que celebrar. Lógicamente, los que tienen –tenemos- trabajo lo
valoramos más que antes, porque es casi un privilegio. Pero por solidaridad con
esa inmensidad de parados y de gente a punto de serlo, no debería de ser
celebrada tal fiesta.
En realidad, todos estamos
afectados –aunque no en igual grado, por supuesto- puesto que los que tenemos
trabajo y aún vivimos bien, tenemos hijos, y su futuro se presenta muy negro, y
es muy triste para ellos esforzarse en recibir una formación a sabiendas de lo
que les espera.Los que manejan el cotarro -esos
que no se recortan a sí mismos ni las ganas de palabrear- nos manipulan, nos
engañan, nos dan gato por liebre. Estudian hasta qué nivel puede aumentar la
pobreza sin que desencadene una revolución. Todo está calculado. Somos marionetas
en sus manos. Piezas de ajedrez. Y tal vez parte de la estrategia de los
poderosos sea tenernos tan preocupados, tan hundidos, tan deprimidos, tan
desorientados, que no podamos reaccionar. Indefensión aprendida, se llama.
Y la indefensión se está
extendiendo como un mal invisible que contamina a todo el mundo, y ya nadie habla
de otra cosa, y comenzamos a ver el mundo que nos rodea negro y desastroso, y
observo que comienza a surgir una crisis, ya no económica, ya no de valores,
sino algo peor: una crisis emocional colectiva.
Esa energía negativa aumentará el
desastre. Y les viene bien a los que están arriba. La gente deprimida no se
mueve. No actúa.
No permitamos que esto ocurra más
allá de lo estrictamente necesario. Inventemos recursos. Tracemos otros modos
de vivir. Si a lo largo de la historia siempre se ha resurgido, nosotros podemos.
Con la cabeza alta. Exigiendo. No sé cómo, de verdad que no lo sé, pero pienso
que es posible mantener la dignidad e incluso el ánimo. Llamar a las cosas por
su nombre. Estar unidos. Salir a la calle, exigir. Demostrar que estamos vivos.
Denunciar tanta injusticia. No quedarnos paralizados. Ayudar como podamos a los que de verdad están tocados y hundidos. Ser solidarios.
Cualquier cosa menos darnos por vencidos : es más sano el odio que el desánimo, más sano luchar que quedarse quieto.
Poner un poco de acción, fuerza mental, y, por qué no, optimismo -llámenme
ingenua - en medio de la tempestad.
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