GAFAS DE CERCA: FIN DE CURSO: MAESTROS Y PROFESORES

Thursday, June 27, 2013

FIN DE CURSO: MAESTROS Y PROFESORES



  1.  Acaba de acabar el curso –valga la redundancia-.
    Profesores y maestros se merecen un descanso. No todo el mundo comprende esto. Da igual si no lo comprenden. Se lo merec...
    en, es decir, nos lo merecemos.
    Desde que empieza el curso hasta ahora son muchos días de “lucha”. No son papeles lo que tenemos entre manos, son niños y adolescentes, con la complejidad y la responsabilidad que esto conlleva.
    No se trata sólo de transmitir conocimientos, nos preocupamos, o la mayoría de nosotros se preocupa de si el niño o la niña , el chico o la chica, falta más de lo normal –absentismo escolar-, si se siente mal en la clase porque se burlan de él o le hacen el vacío –acoso-, si no muestra interés por nada –desmotivación- , si puede hacer más de lo que hace, si hace más trastadas de las que debe, si la familia no le apoya , o le apoya demasiado –sobreprotección-. Por estas y muchas –muchísimas- cosas más nos preocupamos u ocupamos en el día a día.
    También escuchamos las cosas que cuentan, tratamos de averiguar las que no cuentan, le hacemos de vez en cuando una gracia para amenizar tantas horas de clase, les reñimos y perdemos la paciencia cuando son demasiado impertinentes… Les recordamos que apunten los deberes en la agenda, que no solucionen las cosas con violencia, que lleven las cosas al día, que se organicen, que no beban, que no fumen, que no abusen de las chuches.
    Acabamos conociéndolos muy bien, son muchos días al mes y muchos meses en el curso. Unos pasan por nuestro lado sin hacer apenas ruido, a otros se les toma un especial cariño, otros nos cansan y nos dejan exhaustos, roncos y “quemados”, para qué negarlo. Y pese a todo, intentamos tratarlos a todos de igual manera.
    Cuando termina el curso meditamos la nota, tratamos de que sea justa, de que esa nota englobe los conocimientos que ha adquirido, y también su esfuerzo, su constancia, su interés y su participación. Rellenamos encuestas, becas, informes, memorias, programaciones, adaptaciones curriculares y un largo etcétera.
    En el día a día, tratamos de explicar los temas de manera que se enteren los veinticinco, o los treinta: los listos, los despistados, los ausentes, los listísimos, los que prefieren las ciencias, los que prefieren las letras, los disléxicos y los hiperactivos (somos, pues, magos).
    Los llevamos de excursión, al cine o al museo, hablamos con sus padres y madres, a veces también con las abuelas, y en algunas ocasiones con médicos y psicólogos. Hacemos de médicos o médicas un día sí y otro también, valorando si ese dolor de barriga es real o imaginario, y casi siempre, dicho sea de paso, acertamos.
    Y todo esto, además, claro está, de enseñarles Lengua, o Matemáticas, o Ciencias Naturales, animarles a hacer deporte, y vigilarles en los recreos, amén de controlar que nadie abandone el centro en horas lectivas, llevarlos de excursión y celebrar el día de la paz y de la igualdad de género.
    Acaba de acabar un curso, y todos, maestros, profesores y alumnos nos merecemos un descanso.
    ¿Quién dice que no?

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