GAFAS DE CERCA: LA CASA DE ATRÁS

Saturday, November 29, 2014

LA CASA DE ATRÁS

                                        
 
 
                                                 "Quiero que algo de mí perdure después de la muerte." ANA FRANK
 
Tu casa no era tu casa, Ana. Era sólo un refugio.
He estado en Ámsterdam, he caminado por sus calles, entre millares de bicicletas. Las famosas mujeres se exhiben en tristes escaparates. Estamos ya en el siglo XXI, Ana.
Tu casa no era tu casa. Lo sé. Era sólo un refugio.
Y tú eras inteligente, linda, llena de frescura e ideas geniales. De no ser por los nacis ahora tendrías ochenta y cinco años y serías escritora, estoy segura de ello. Una linda viejita holandesa con muchos premios literarios.
En esa casa que no era más que un refugio aún están tus postales –ya amarillentas- en la pared, y desde la ventana de arriba, por donde mirabas junto a Peter ese cielo libre que te estaba vedado, se siguen viendo pajarillos volar, como entonces. La vida sigue, Ana, aquí abajo la vida sigue. Me habría gustado que hubieras vuelto a pasear por los canales, sin miedo. Libre. Pero un campo de concentración te cerró los ojos para siempre. Crueldad humana hasta límites insospechados. A ti, tan lúcida, tan consciente, te tocó ver la peor cara del ser humano.
No era tu casa… He estado en Ámsterdam. En tu escondite. ¡¡Había gente de todo el mundo en tu habitación!! Ni te lo imaginas, Ana. Hablaban en muchos idiomas mientras subían y bajaban por las escaleras estrechas. Fue lo más hermoso que vi en Holanda. Lo más hermoso de todo, Ana, te lo prometo. La gente hablaba muy bajito, como si también estuvieran escondidos. Con enorme respeto. Y yo trataba de absorber tu esencia. Me emocioné mucho. Tal vez te parezca extraño.
Lo que más me fascina es pensar que cuando escribías tu diario, sólo para ti, no podías imaginar ni remotamente en tanta trascendencia. Hablando en primera persona has expresado, sin pretenderlo, el miedo, el sufrimiento, de millares de personas judías. Es curiosa la vida. Quién te lo iba a decir cuando escribías a tus trece años en el número 263 de Prinsengracht, junto a un canal en el oeste de Ámsterdam.
Me hubiera gustado conocerte. Tal vez coincidamos en otra existencia, quién sabe. El cosmos es tan tan tan sorprendente.

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