GAFAS DE CERCA: January 2014

GAFAS DE CERCA

Tuesday, January 21, 2014

EL VUELO DE LAS GAVIOTAS



Los días transcurren suavemente,
sin empujones se superponen unos a otros,
en orden y armonía....

De forma agradable.
Cada cosa a su tiempo:
el sueño, la comida, el ocio.
El trabajo y el descanso.
Las palabras y el silencio.
Los otros y yo.
La prisa y la calma.
Lo escrito y lo hablado.
Incluso lo diferente tiene su sitio reservado.
Y yo quisiera,
(¿de verdad lo quisiera?)
desordenarlo un poco,
sólo un poco, para estar
en el lugar que no debo
a la hora que no debo,
con la excusa que no debo,
con la ilusión que no debo.
Sin cita, improvisadamente.
Guiarme por el vuelo de las gaviotas,
tirar los relojes, y de paso,
romper también el carnet de identidad
y su fecha,
su maldita fecha de nacimiento
que siempre anda molestando.
Cada cosa a su tiempo. Me digo.
A su tiempo cada cosa.

Wednesday, January 08, 2014

QUÉ BIEN QUE EL MUNDO ESTÉ DESORDENADO



Qué bien que el mundo esté desordenado.
Que las calles no sean rectilíneas.
Que las familias no sean rectilíneas.

Que la moral no sea rectilínea.

Qué bien que dos por dos no sea cuatro siempre.
Que la gente no nazca y muera en el mismo pueblo.
Que unos prefieran carne y otros lechuga.
Que no haya que ir de corbata a los entierros.

Qué bien que se haya desordenado el mundo.
Que las chicas blancas tengan novios negros.
Que los chicos blancos tengan novios blancos.
Que se lleven bien los gatos con los perros.

Qué bien, pero qué bien que haya muchos colores.
Que las fronteras sean confusas, la vida cambiante.
Que en los colegios haya niños con o sin creencias.
Que al amor no lo pare la edad ni las clases sociales.


 Que bien que internet no entienda de distancias.
Qué bien que el mundo esté desordenado.
Celebremos esa diversidad, tiremos cohetes.
Abracémonos unos a otros. Sonriamos
.

Saturday, January 04, 2014

¿CUANDO SE VAN LOS REYES MAGOS DE NUESTRA CERTEZA, DEJAMOS DE SER NIÑOS?



 Me gustaría tener cinco años.
Me gustaría creer en Los Reyes, esperarlos, presentirlos, estar nerviosa, contar las horas que faltan...
.
Me gustaría haber escrito una carta pidiendo una cocinita y un coche de capota y un Nenuco. Compartir esas horas de espera con mi hermano y con mis vecinos. Ver en la tele mientras tanto "La Familia y uno más", y sufrir con toda España la desaparición de Chencho.
Salir con Tichu a ver los juguetes en los escaparates, sentir la emoción colectiva y contagiosa de los demás niños, poner las zapatillas en el balcón de la tía Julita, ir con papá y mamá a ver la cabalgata.
Me gustaría...
Aún no me he recuperado de la nostalgia de mi propia infancia, cuando se me acumula otra fuerte nostalgia: la de la infancia de mis hijos. Esa que acabó el día en que, primero uno, y cinco años después el otro, se abrazaron a mí al confesarles esa verdad sin retorno que querían y no querían saber.
Es bella la noche de Reyes, o al menos a mí me lo parece. Es la noche de la imaginación y la ilusión, y la niñez, y la esperanza. La noche en que parece que todo es posible. La noche en que los soñadores nos sentimos en nuestro reino. Es una noche de magia y de poesía.
Y a la vez, qué palo cuando nos enteramos que no es así, que nuestro sueño era un sueño, el sueño de la inocencia, vencido antes o después por nuestra propia inteligencia (ay, qué puñetera la inteligencia algunas veces...). Es la primera gran desilusión (para los niños afortunados, claro, los que no han tenido otra peor) que nos da la realidad con su tozudez.
Sí, me gustaría tener cinco años. Y en cierto modo, vuelvo a tenerlos, mientras siento la hermosa complicidad de toda mi familia comprando y escondiendo regalos, intentando sorprendernos unos a otros, haciendo a la vez de Reyes Magos y de niños eternos.
Yo aún tengo cinco años, yo aún, en los más profundo de mi corazón, creo en los Reyes. ¿Y vosotros?