GAFAS DE CERCA: December 2014

GAFAS DE CERCA

Sunday, December 28, 2014

CINCO DE ENERO EN BLANCO Y NEGRO Y MI PADRE SOBRE TODAS LAS COSAS

 
 
                                                 "A mi padre, que me regó con amor para que yo creciera por dentro"
 Si para mí existe un ser humano completo, que integre todo lo bueno, ese es mi padre. Mi padre era un hombre inteligente, bueno, generoso, sencillo y sensible, muy culto; amante de la naturaleza y de los animales, justo, nada vanidoso, muy simpático, muy trabajador. Gran lector, le encantaba la música y siempre estaba aprendiendo. Era reflexivo, dinámico, activo pero sereno. Pensaréis que deliro, que lo tengo idealizado como hija. Pues bien, si se diera el caso, preguntad a quienes le conocieron: os lo confirmarán.
Si me escuchara decir todo esto, me reñiría, se avergonzaría, "no digas tonterías, hija", me diría...
Mi padre se fue de este mundo físico hace diecinueve años y siete meses, pero no importa, para mí está tan presente como si fuese ayer mismo cuando se fue.
Yo sé que mi padre está vivo. Sí, sí, ya sé que la mayoría de los que estáis leyendo esto pensaréis que eso es un disparate, una fantasía, una influencia de la religión, una ingenuidad, un hecho poco probable y poco científico... No me importa. Estoy acostumbrada a este debate, y es tal mi convencimiento -mi seguridad- que nada ni nadie me haría creer lo contrario. Me han ocurrido cosas que así me lo confirman -y no vienen al caso contar- y que para mí son suficientes.
Mi padre, Luis Vidosa Moro, nacido y criado en Huelva, procedente por parte de padre de Aragón y por parte de madre de Lucena del Puerto, fue Administrador de "La Residencia" durante muchísimos años, entiéndase por La Residencia el Hospital Manuel Lois, y entiéndase por muchos años desde sus cuarenta años -o así, creo- hasta que se jubiló con sesenta y cinco.
Si bueno -buenísimo- era como padre, también lo era como amigo, compañero, marido, hijo, abuelo, hermano, y cómo no, como Administrador de la Residencia. Yo siempre digo que trabajaba veinticuatro horas al día, pues de noche dormía con una libretita en la mesilla de noche por si se acordaba de algo referente a esa su segunda casa y que siempre estaba en su cabeza. De hecho, cuando se jubiló -lo tuvimos que convencer en casa para que lo hiciera- sus antiguos compañeros comenzaron a llamarle San Luis, porque al parecer los que vinieron detrás no lo hicieron tan bien.
Cada cinco de enero los reyes magos visitaban La Residencia (léase, si se quiere el relato titulado CINCO DE ENERO de mi libro "Cuando todo era arena") y para mi hermano y para mí esto era alucinante, ya que era Don Luis, es decir, mi padre, era el encargado de recibirlos y de acompañarlos por todo el hospital para que repartieran los regalos a los niños enfermos. Mi hermano y yo vivíamos esto como un auténtico privilegio, que lo era, pues compartíamos ese rato ¡¡con los reyes de oriente!! de tú a tú, y era un día completamente mágico para nosotros.

 Cuento todo esto porque hace unos días, ordenando fotos antiguas, encontré éstas, que muestran esos maravillosos momentos en blanco y negro que ya pasaron a la historia de Huelva y a la nuestra particular, pero que mientras mi hermano Luichi (el niño que está en brazos de mi padre en la foto de arriba) y yo vivamos seguirán vivos en nuestra memoria.
Gracias papá, por tu vida, por tu amor. Por haber existido en este mundo como hombre íntegro y completo. Qué suerte tuve de tenerte como padre.
 

Wednesday, December 03, 2014

MIENTRAS JUEGO

 
 
No me interesa mucho el resultado, sí el proceso. Lo que piensen los demás cada vez me importa menos. Ahora sé que lo importante es lo que piense yo respecto a mí, pues he de amarme y respetarme hasta que la muerte me separe. De mi cuerpo, claro. Quiero que el camino sea largo, para qué negarlo. Pero no por el destino final, sino para estar fluyendo mucho rato. Amo a muchas personas, y a algunas de ellas las amo muchísimo, y eso... es lo que verdaderamente me hace sentirme agarrada a esta vida. Quiero parar cuando esté cansada, y comer cuando tenga hambre. De nada vale comer jamón del bueno si no se saborea. Respirar también es un placer, y no cuesta dinero. Me ha costado muchos años de andar sobre esta tierra comprender lo que ya sabía al principio: que lo único que merece la pena es jugar, hacerse como un niño.
Y que mientras juego soy feliz, soy maga, soy ilusionista, soy dueña de mi vida, soy libre, soy ahora. Y el reino de los cielos está dentro de mí mientras juego. Y todas mis células bailan contentas.