OCHENTA AÑOS DESPUÉS DE PARTIR LA NAVE
Ochenta años hace hoy que se fue don Antonio. El gran poeta. El maestro. Profundo, sabio, humilde. En el buen sentido de la palabra, bueno. Consecuente hasta el final, fiel a la libertad y a la justicia.
Morir pobre, exiliado, pero morir en paz con uno mismo, qué grandeza. Hubiera sido tan fácil venderse, cambiar de bando, ponerse a salvo.
Pero no. Los hombres grandes hacen cosas grandes. Como caminar enfermo y sin nada, con una madre anciana y también enferma, hacia la frontera de Francia, junto a otros miles de caminantes sin camino. Casi desnudo, como los hijos de la mar.
Vivir como se escribe, escribir como se vive. Qué autenticidad en sus versos y en su vida. Qué ejemplo nos dejó.
Alegría, alegría al recordarlo y no pena, porque hoy es siempre todavía. Y mañana también lo será. Yunques, sonad; enmudeced, campanas!
La próxima vez que haga las maletas será -quiero que sea así- para ir a Colliure, a respirar el aire último que él respiró y llevar a su tumba unas flores silvestres, y llorar de emoción, y de agradecimiento.
De agradecimiento por tanto.
Don Antonio Machado, el más grande entre los andaluces grandes.