LO QUE TE/OS DESEO Y ME DESEO PARA EL DOSMILDOCE Y PARA EL RESTO DE LA VIDA
Enfrentarnos a cada día como si fuera una vida, esperando todo de él. Todo es posible. Pensar en lo que deseamos como si ya hubiese sucedido y sucederá. Pensar en positivo puede ser milagroso. Echar la siesta siempre que se pueda. Nadar. Caminar. Montar en bici. Movernos. Comer bien, confiar intuitivamente en el cuerpo, él irá diciendo lo que le apetece, lo que necesita. Si no es necesario no privarnos demasiado. Ser generoso con uno mismo. Practicar curas de sueño y de descanso. Reír, reír, reír. Sonreír. Escuchar música. Leer. Aprender. Hacer el trabajo diario con alegría, pesa menos: buscarle la parte divertida a las tareas. Beber agua en abundancia. Hacer camino al andar, no quedarse parado. Ser generoso. Hay mucha gente que necesita cosas. Si se tiene más, compartir, Cocinar sin medidas, alegremente. Disfrutar del cuerpo propio ( y del ajeno). Confiar en la cura del paso del tiempo cuando toque sufrir. Nada es eterno. Cuando nos enamoremos, vivirlo al máximo, no hay nada igual. Pero no olvidar nunca que nacemos solos y solos nos morimos. La media naranja está dentro de nosotros. Somos seres completos. Sertirse siempre libre. Relajar los músculos al menos una vez al día. Anclarnos a la familia, estar sin ella es estar desarraigado. Gastar toda la energía en cuidar las relaciones familiares. Procrear. Y si eso no fuera posible, adoptar. No perderse por nada del mundo esa experiencia. El amor hacia los hijos es el más grande que puede sentir el ser humano. Seguir jugando cuando se sea adulto. Crear. Inventar. Soñar. Pero no entorpecer el devenir de los hechos con el deseo excesivo ni con la preocupación. Dejar que la vida vaya decidiendo. Fluir. Hacer camino al andar, no quedarse parado. Irradiar alegría y amor hacia los demás. Eso nos hace bien. Asimismo, procurar el alejamiento de las personas que hacen daño o cargan negativamente. El tiempo pasa. La vida se acorta. El cuerpo se deteriora. Hay que aceptarlo. Ir a la playa, si nos gusta la playa, ir al campo, si nos gusta el campo. La naturaleza carga las pilas. Tumbarse sobre la tierra. Tomar el sol. Llorar cuando se necesite, el llanto descarga mucho. No reprimirlo. Celebrar las fiestas que siempre hemos celebrado. Con entusiasmo. No dejar de hacerlo porque ya no se sea un niño, porque siempre somos niños. Respirar profundo, y expulsar el aire con suavidad. Respetar a los demás. No querer manipular ni influenciar demasiado a nadie, cada uno tiene derecho a hacer lo que quiera, mientras no nos dañe. No pensar demasiado en lo que opine la gente. Aunque queramos, no podremos actuar siempre gustando a todos. Vivir siendo uno mismo. Comunicarnos. Los amigos son los guardaespaldas del corazón, tenerlos como prioridad en la vida. Ir con poco equipaje. Menos es más. Prescindir de lo que no te sea necesario. Despejar la vida y la casa que habitamos. Las cosas empiezan y acaban. No resistirse a ello. Desperezarse por las mañanas. Rodearnos de arte, de creatividad. Buscar lo diferente, lo nuevo. Viajar. Quemar romero, huele muy bien. Disfrutar de los buenos olores. Cantar. Bailar. Saltar. Hacer el tonto. El sentido del humor es una valiosa válvula de escape. Usarlo. Ser sensible con el dolor ajeno. También con el de los animales. Ser digno, no dejar que nos humillen, defendernos. Pero tampoco ser prepotente. Nadie es más, nadie es menos. La vida va y viene, dejarla ir y venir. La muerte llegará, sin duda, pero mientras tanto, vivir. Y considerar que no sabemos todo, y que todo es posible que sea, también que la vida continúe después de lo que llamamos muerte. Amar. Atrapar los momentos felices. Y no olvidar nunca, que todo, todo, todo, es relativo. Fluir. Fluir.